XXIV

Siempre es más suave
lidiar con una verdad
que con un fantasma.

Cuando empezó, al menos
sabía a qué me enfrentaba.

Mas no sé dónde mirar
(qué hacen los demás)
cuando se trata de escoger
nostalgia o lucha.
Lo imposible asoma
en ambos vértices.

No deja de ser curioso
que ahora, sin verte,
sé que eres mejor amante.
Tu cuerpo, más ágil.
Tu sueño (al fin),
profundo.

Y mi espíritu,
débil como nunca
porque sabe olvidar;
ahora son los sueños,
ayer la ciudad.
Cada amanecer barre
otro cadáver
de las sábanas.

Los deseos, en fin,
aún vivos
porque lo dice el cuaderno.

Y el día parece perfecto
para escribir
sobre nada.

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