"No fueron sinceros contigo"

Hay pozos sin fondo en el camino

y las ramas cercanas rasgan la piel;

luego de gritar a la luz auxilio

eres tú lo único en pie.


Porque son, el monstruo y su mirada

que no permite mirar atrás,

y vuela el tiempo mientras restas

de hielo ante el siguiente carnaval.


Pidió el viejo que te guiaras

por ese “corazón” sin forma,

aquella orilla muy muy lejana,

en la que ya Peter Pan enterrara

su duelo en un vientre reptante


Y te cantó las virtudes de la fe ciega,

y cómo corrían las botas de siete leguas.

Pero a Cenicienta le llegan las doce

y a Principito le crujió su rosa.


Sí. Esta vez, más que nunca,

se hace arduo ver lo invisible,

se torna frágil lo palpable.

Aún te veo amamantándote

con el agua que fluye por la luna

y el pan que sólo crece en sueños.

"El vacío es terrible"


Y la página en blanco, un desafío.


El exceso es destructivo; la calma chica, angustiosa.


La tristeza es opresora; la felicidad, una utopía.


La ignorancia es mortal; el exceso de saber, un peso plomizo.


Ray Bradbury escribió: “¿qué piensa usted del mundo? Usted, prisma, mide la luz del mundo; ardiente, la luz le pasa por la mente para arrojar en papel blanco una lectura espectroscópica diferente de todas las demás.”

Y continuó: “Que el mundo arda a través de usted. Proyecte en el papel la luz rojo vivo del prisma. Haga su propia lectura espectroscópica.”

Cuando pienso en Estefanía, algo provoca que su cabello oscuro sea lo primero que me viene a la cabeza. Si cualquier otra persona trata de evocarla, ese cabello negro aparecerá con una distinta imagen. Y cargado de un significado distinto.

El cabello negro de Estefanía se dejaba acariciar por mis dedos la noche en que peor nos sentimos en toda nuestra vida. Una noche en la que muchas cosas debieron ser y ninguna fue. Más tarde me acompañó a la estación. Pisábamos en silencio los residuos del ya fallecido 31 de Diciembre. El cielo de año nuevo tenía el mismo gris ingrato de otras tantas vísperas. No hubo abrazos, ni cálidas despedidas.

Mas yo quise besar ese cabello negro una vez más. Lo hice tímidamente, porque en el momento en que uno besa con pasión está reclamando para sí alguna parte de un cuerpo ajeno.

Estefanía y todas sus sílabas interminables significan muchas cosas, pero en especial la que tiene por motivo esta introducción. Ella cometió el error de sugerir que el abajo firmante creara un blog. Semejante imprudencia traerá consigo graves secuelas psicológicas para el mismo.

No le importa gran cosa: siempre podrá acordarse de aquella suave, distante cabellera negra.