Distopía

Lunes, 18 de Noviembre

Querida Patricia:

Te escribo con objeto de resolver el acuerdo sobre el que llevamos ya largo tiempo deliberando. Considero que el presente estado de crisis en el que se encuentra nuestra relación es, cuanto menos, virtualmente inextinguible; el flujo de nuestra convivencia ha experimentado tal irregularidad que, en vista de la aparente ineficacia con que te has conducido a la hora de resolver incluso las más triviales disputas internas, me veo en la obligación de declarar nuestro matrimonio en bancarrota. Considero que, con el propósito de evitar errores adicionales en tus futuras empresas matrimoniales, deberías analizar algunos de los tropiezos que has cometido. Creo que la agresividad –impropia, por cierto, de una doctora- se cotiza demasiado alta en muchas de tus caracterísitcas, tales como la posesividad, los celos o los irreflexivos hábitos de consumo. Como economista que soy, este último aspecto siempre me ha enervado especialmente. Tu empeño por vulnerar toda norma consecuente en cuanto a la renta per cápita existente en nuestro domicilio, aun cuando en el mismo se ha contado con un stock capaz de cubrir toda necesidad, ha conducido a la definitiva devaluación de mis sentimientos hacia ti.


Ya he conversado con los abogados, y están dispuestos a reunirse con nosotros el miércoles. Espero y deseo que seas capaz de afrontar tus próximas relaciones con un mayor empeño en buscar una rentabilidad mutua para ambas partes.

Atentamente,
Pablo


Martes, 19 de Noviembre

Querido Pablo:

Tus argumentos me mueven a la afasia. Sin duda, tu misiva es digna de ser expuesta como exponente de un cuadro clínico fascinante, por no calificar de preocupante. La distorsión de realidad que practicas en tu carta de ruptura muestra claros signos de un trastorno esquizoafectivo del que siempre sospeché, pese a no tener clara su etiología; en cualquier caso, se confirma que has vivido los últimos años sumido en registros que podríamos considerar irrisorios en la escala de Glasgow. Me tachas de principal agente cancerígeno en nuestra relación, pero no mencionas nada sobre tus violentas enajenaciones transitorias (producidas a menudo sin motivo aparente), tu disomnia (que no sólo nos ha privado de practicar el coito durante los últimos meses, sino que me ha infundido una inevitable sospecha de infidelidad por tu parte) o tu acuciante polidipsia (que en tu caso, por desgracia, se ha centrado exclusivamente en bebidas de alta graduación en alcohol). Solicitas que reflexione cuando, en realidad, eres tú quien debería radiografiar la actitud que has mantenido para con tu cónyuge. Hasta entonces, todo cuanto alegues no será más que otro derivado de tus crecientes verborrea y sialorrea.

Por cierto, la reunión que propones es imposible pues, al igual que en todos los miércoles de los últimos cinco años, me toca turno de tarde en la consulta. Y no intentes convencerme ahora de que la amnesia se cuenta también entre tus síntomas, porque no me lo creo.


Atentamente,

Patricia

2 comentarios:

nunca contentos dijo...

Sólo entre dos y demasiado a menudo es imposble entenderse...

Mara Orduña Pomata dijo...

casados con sus licenciaturas!