XX


No existe cáncer que traspase la carne.
No hay temblor que me pueda hacer caer.

No hay ruido capaz de ensordecer
ni fuego mayor que un hálito
que insiste en no decaer.

Reconozco a la agonía.
Creo que me vio nacer,
y aquí que sigue, bien despierta
hasta la hora en que me posea
en mi lento anochecer.

Mas todo eso
aún queda lejos.

Mientras tanto
no habrá cáncer que traspase la carne,
ni temblor que me pueda hacer caer.

He aquí una invencible muerte
a la que venceré.

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