Manual del buen cínico

Cuando algo te parezca demasiado bueno, táchalo de pretencioso. Cuando te parezca demasiado simple, desdéñalo con un resoplo. Analiza paso a paso la obra que planeas desgajar: repasa la construcción gramatical de toda frase, la estructura de toda canción y la extensión de todo dibujo hasta que des con esa mota de polvo que nadie más ha podido ver, y que a ti te basta para descalificar todo el conjunto. No tengas piedad con las modas y las tendencias, y defínelas como subproductos de un débil y pasional anhelo humano de complicidad.

Instrúyete en las artes de la retórica y el poseurismo: es tu deber emitir sentencias corrosivas que te sirvan para desprestigiar todo esfuerzo ajeno sin moverte del sillón. Debes transformar lo objetivo en subjetivo haciendo que parezca justo lo contrario: que tus afirmaciones no parezcan artificios, sino triunfos de la obviedad. Pergeña una excusa que sostenga que no eres lo que deseas ser, sino lo que la ignorancia del mundo te ha obligado a ser. Prepárate siempre para encubrir tu envidia con el vituperio y sugiere que, si no te esfuerzas en superar los logros ajenos, es porque tienes cosas mejores que hacer.




1 comentario:

nunca contentos dijo...

Mucho tiempo sin pasarme y como siempre: un aplauso.