Ecos


Faltan apenas dos días para que este café cumpla su primer añito. Nada en especial. Cuchitriles como éste los hallamos bajo el golpe de cualquier click. Lo que aquí queda impreso, las tapas que os sirvo como buenamente puedo, no tendrán mayor trascendencia en el transcurrir de vuestros días, como tampoco la tienen en los míos: son raciones al horno, calientes en un minuto, listas para tomar, con leche del tiempo si la pedís y ración doble de azúcar para no llorar. Pero guardo la esperanza de que os dejen con el estómago algo menos vacío que ayer, u os agiten la garganta y la memoria; que podáis escoger de entre esta familiar oferta de cafés en un espacio únicamente para vosotros, mientras tras la amplia cristalera gocéis de las vistas del mediterráneo, de los jardines del Tivoli o la cumbre del Himalaya.

La única fuerza de estos textos radica en lo que vosotros queráis extraer como conclusión; ergo este café no puede abrir sus puertas sin saber que gente como vosotros, sin rostro pero sobrados de alma y voz, acudáis cada mañana. Por ello, la celebración del aniversario será un ejercicio de dentro para afuera: el objetivo es premiaros a vosotros, clientes y maestros cafeteros a partes iguales, por vuestra fidelidad. Pongo una vela en el pastel, pero dejo que sopléis vosotros. Vuestro es el mérito de que mis días no sean tan desesperantes como para tener que soplar yo solo. Que nos resten muchos años más en compañía.







Premio “Café de la información” para El Uno por Cien, de Dëagol. No sólo por poseer unas limpias, honestas e interesantes inquietudes sociopolíticas, sino también por saber exponerlas a un tiempo de manera amena y didáctica. Suyo es el corazoncito de amianto con el que alimenta sus letras, de modo que los desahogos y las aventuras poéticas van de la mano en su particular búsqueda de la reflexión. Justiciero versátil y persistente, una especie de Michael Moore influenciado por Lorca. Este premio se lo tiene muy bien ganado, como mi abrazo.





Premio “Café Gijón” para Casa de los cuentos, de Jabier. ¿Os imagináis un interminable laberinto bibliotecario en el que cada amanecer aparezca un nuevo pabellón? No es un sueño. Jabier es capaz de llevarnos de la mano hacia la India un lunes, a Buenos Aires un martes, París un miércoles, Marrakech un jueves… y no permitir nunca que nos perdamos. Cualquier amante de la literatura debería llevar su blog bajo el brazo: día nuevo, aventura nueva. Y aún mil caminos por andar.




Premio “Café au verses” para El Gran Fuego Central, de Neu. No preguntéis de dónde proviene esta muchacha. Hay metales que relucen con encanto por el misterio del que están hechos: mirar más allá significa quebrarlos, destrozarlos. Las manos de esta zalamera de los sentidos no quisieron esperar a tener la edad idónea para robar la belleza del mundo y enfrascarla en los barrotes de sus versos. Su Gran Fuego Central arde como los pozos de petróleo del desierto bajo el límpido espejo nocturno, y su luz es más poderosa que la carne o incluso las meras palabras. Actualmente el espacio está en punto muerto, pero ya se sabe que un volcán no se extingue: sólo duerme, aguardando la señal adecuada para volver a pronunciarse con estruendo sobre las asombradas cabezas de cuerpos mundanos como nosotros.




Premio “Ration quotidienne” para La experiencia Dirole. Desde el Perú con amor. Lo suyo, ciertamente, es toda una experiencia: no hay día en el que Dirole no cumpla con su oficio, autoimpuesto como una incansable obligación. Un texto diario es un trabajo fruto de la constancia y la autodisciplina, pero que cada uno de esos textos sea además jugoso e interesante sólo puede ser obra del verdadero talento. Cuando este sudor no es suficiente, vierte sus reservas en Dormido Bajo la luna, una experiencia más audaz, perversa, subcutánea. Un goleador sólido al que imagino escribiendo con la saña de los más fuertes.




Premio “Hermanos de sangre” para La Chustería. Porque podemos. Y todos juntos, mucho más.



Premio “Kandinsky” para El Relente del Silencio, de Ilitia. Hay autores que se conforman con la sencillez y el efectismo, otros persisten en la búsqueda de un estilo personal e inimitable… y finalmente, está Ilitia. Apuesto a que las influencias de esta chica podrían conjugarse en una chistera de prestidigitador, sin que la audiencia tenga la menor ocasión de saber de dónde demonios procede el conejo blanco. Su prosa está furiosamente enrabietada con las tendencias, hasta alcanzar un estado en el que no hay adjetivos que valgan. En cierta novela de Cortázar leemos: “Te expones todo el tiempo a que te entiendan mal, y eso es el colmo de la valentía”. No tengo más comentarios. ¿Seguro que eres de carne y hueso, querida?






Premio “Café amargo” para Eyaculaciones, de Pablollo. Un Bukowsky de palacio, con la misma mala leche que el susodicho borracho pero vestido de etiqueta. Todavía no he encontrado un espacio como el suyo, en el que la opción de agregar comentarios está deshabilitada por inutilidad. Pablo no necesita que nadie opine sobre sus versos porque “disfruta de su mediocridad”. Pero miente: la mediocridad está reservada para los incapaces de contagiar a sus acciones con los efluvios de su personalidad, y mucho me temo que a él le sobra.



Premio “Cliente del año” para Nunca contentos, de MV. Una estatua de bronce dentro de la minoría silenciosa. Sin hacer mucho ruido, sin ceñirse a una línea de recorrido per se, MV es dueña y señora de un hermoso lugar en el que el amor por la narración aparece en su vertiente más camaleónica. Pero siempre, siempre sazonada con su cariño particular. Prueba de ello es la fidelidad con que premia a este mismo café, porque sus visitas y comentarios me hacen crecer un poquito más cada día. Creo que voy a llamarla mamá.



Premio “A corazón abierto” para Los suspiros de la libélula, de Guri. La pureza es virtud de grandes; tanto, que a día de hoy podríamos pasar años en busca del diamante en bruto. Cazatesoros del mundo, aquí lo tenemos: las entrañas de la libélula embriagan por la mimada sensibilidad de sus renglones, y porque no necesita hacer uso del pronombre “yo” para que nos demos cuenta de que la misteriosa identidad de la que nos habla es ella misma. Guri es una de esas bolas de cristal repletas de nieve: hierática en un principio, desvelará la hechicería de su genuino contenido a la que se la agite un poco. Otro metal inclasificable por su enigmática procedencia: ella se empeña en hacernos creer que sólo tiene diecisiete años. Que lo siga intentando.

5 comentarios:

nunca contentos dijo...

Cuando se trata de poner comentarios en algunos blogs, es inevitable que las yemas de los dedos tengan que dudar acariciando las teclas antes de escribir nada. Porque estamos hablando de espacios cuyos sus textos se merecen algo más que una simple lectura. Café Machado es un ejemplo. Pero cuando una aparece en él, como cliente del año, como invitada a un gran cumpleaños, los dedos no dudan. No acarician las teclas. Están petrificados.

Soplo contigo esta vela. La soplaremos todos encantados (eso ni lo dudes) y lo haré un poco sonrojada por la emoción de recibir tu premio.

¡Gracias!

Déägol dijo...

Pues felicidades anticipadas (un día). Me halaga tu descripción de mi persona, y a un tiempo siento fielmente definido mi pequeño espacio bloguero con tus palabras: "inquietudes sociopolíticas". En eso estamos. Gracias, enhorabuena, y un abrazo.

Casa de Los Cuentos dijo...

Hola Lars

Este Café está lleno de agradables sorpresas. Gracias por tener siempre presente a Casa de los Cuentos. Felicitaciones en tu Primer Aniversario. Gracias por la compañía constante y sincera con que me has obsequiado.

Un abrazo. Jabier.

Ilitia dijo...

Todo hay que decirlo, esto era inesperado. Me alaga que pongas alguna relación entre lo que sería un Kandinsky y yo, todo sea por el caos que conlleva algo que puede traslucir un significado profundo y lo que no, en este caso sí o puede que no, todo quede a libre juicio de cada uno de mis lectores y en especial a ti, por no romper con la linea que me atribuyes :). En verdad fuera de los finales abiertos me encantan las metáforas y ser esperpéntica. Verás que aunque sea en un comentario me barajo otra vez en el sinsentido, es una secuencia lógica inposible de esquivar. Pero ante todo y siendo claros, intento transmitir tan solo un atmosfera, una imagen, un sentimiento caprichoso. Un café amargo en un tuburio y el protagonista vehemente, por supuesto, de carne y hueso.

Pd: tú blog sigue siendo de mis mayores deleites y tu persona un misterio. Espero más cafés, encanto.

dIROLE dijo...

Felicitaciones muy merecidas, aunque temo y lamento que sean un poco tardías. ¡Y muchas gracias por la sorpresa, por las palabras y por la constante lectura!

Sigue así, Lars