XIV


Veo cómo un lento contorno
se perfila. Sombras de tinta
que dan forma a tus ojos.
La tierna curva que afila
en la nariz un ángulo ansioso.
Veo una acera en la que darías
cuerpo a un mero esbozo,
voz y rostro a la sinfonía.

Y puestos a soñar, veo:
una mano sobre la mía,
dos andares que en paralelo
pisan la ciudad con malicia.
Bajo la llama, ese deseo
que una casta mirada cobija,
y un amanecer en el negro
del café que espeja tu sonrisa.

Pero si del papel alzo la vista,
descubro el frío y el silencio.
Un espejo en la pared vacía
responde al hombre que ahora veo:
ese loco de las poesías
ve cómo se le escapa un sueño.

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