Un retour


Cincuenta metros arriba, la luz se enredaba en el complejo entramado de ventanales y aterrizaba en ondas ralas sobre las cabezas de los asistentes. Una cinta de velcro los separaba de la portezuela de metal, allí donde todas las miradas se fijaban con ansia tras la enésima consulta al cartel electrónico: la señal del vuelo 345 parpadeaba de
sde hacía quince minutos, pero nada se movía más allá de la compuerta grisácea.

Alrededor de Silvia, los comentarios oscilaban de la impaciencia al humor inquieto, de los comentarios anodinos a los rumores improvisados: "habrán tenido algún problema en el aterrizaje", ella apretó con ternura y devoción la manita de Tristán, "me han dicho que van a salir en orden alfabético" y suspiró, amoscada. El pequeño estaba a su izquierda enredado en una cerrada masa de piernas, su mirada distraída buscando sin éxito alguna salida hasta reencontrarse con los ojos de su madre. Silvia hubiera gustado idear alguna forma de entretenerlo, lo que era complicado porque aún trataba de aplacar la miríada de sentimientos: el punto y final a seis meses de cruda espera le mordisqueaba las piernas, ahora frágiles y resentidas. "Me haces daño, mamá", oyó, y le aflojó un poco la mano a Tristán sin pasar por alto una herencia muy particular en aquella sosegada forma de expresarse, en la atención que irradiaban los ojos marrones y castaños, los primeros detalles de una voz y un carácter propios en los que muchos ya habían reconocido al padre.

Finalmente, la compuerta se abrió y afloraron las primeras figuras en traje de campaña. Silvia rastreaba, descartaba los rostros uno a uno hasta hallar el único que tenía sentido y, olvidando a Tristán y las medidas de seguridad, saltó el cordón y se cobijó en unos brazos que parecían tejer un nuevo mundo a su alrededor. Un abrazo que cambiaba para ella el aspecto de aquella atroz mitad de año. Sólo ahora tomaba conciencia del tiempo transcurrido. Los aplausos y las risas le sonaban a un revoloteo lejano. Mario le enjuagó las lágrimas, qué preciosa estás, cariño, y la besó de nuevo.

Para Mario, los minutos en adelante caminarían veloces y confusos, como si acabara de despertar de un sueño interminable. La cafetería del aeropuerto se poblaba de trajes de camuflaje, cinturones y gorras verdes que se erguían como intrusos en las efusivas voces de las madres, las esposas, los hijos.

- Papi, ¿habían oasis? ¿Montaste en algún dromedario?

Pero claro, contestó, y conocí a los reyes magos. Me trajeron un regalo para ti, ¿sabías? Se esfumaban ya las horas de vigilancia bajo la gélida noche del desierto, el peso de un fusil a la espalda, el rodar de los vehículos de transporte, el azote arenoso del viento en los ojos. Todo se asemejaba a un letargo pesado, ahora que tenía a Silvia frente a sí y recogía sus manos con dulzura. Después desviaría la mirada. Había algo extraño, casi sospechoso, en la taza de café y el pastelito de crema que acababan de posarse sobre la mesa. Una distancia despiadada resoplaba entre él y los dedos de Tristán, furiosos sobre los botones de la consola portátil; su gorra de nylon, sus zapatillas, las gafas de sol de Silvia, sus pendientes. ¿Dónde estaba?






2 comentarios:

Anónimo dijo...

What’s on your mind that lingers on without unravelling? What’s that kind of timid glimpse striving to seep out from within your vexed inner child, peering, gazing, staring, glancing? Is he dead? Aren’t we all? A reminiscence of a half-forgotten ripple being lazily carried downstream, torn asunder. Can’t you see it billowing with everlasting effort? Brace yourself and ponder. It’s somewhat reassuring to think that everything’s as nigh as it should be.



Neil
“There’s nothing funny about a clown in the moonlight”


P.S. Still craving for more?







TYLER
One-forty-eighth of a second. That's how long it's up there.

JACK
No one really knows that they've seen it.
But they did.

Ferran Vega dijo...

Haven`t got time to answer you. Sorry, pal. Thanks for reading this stuff.

I can`t imagine my inner child as a dead thing. All my life had been a race to prevent his death, starvation, his surrendering. I give him food twice a day -morning and twilight- `cause I can`t afford that strange thing you call "live thinking that everything`s as nigh as it should be.

I have a couple of questions to you, strange voyager. Who are you? How is that you look like to know me as if we were all life long friends? (Sorry about my english). I'm expecting for more words. Your presence here could be very inspiring. And warm. You're welcome, pal.