Es mentira que mañana vayamos a estar allí. Es falso que los objetivos se cumplan. Nunca llegará ese momento en el que nos sintamos saciados de vida: no nos han diseñado para que nos detengamos, sino para que anhelemos. No hay por qué seguir una línea recta cuando podemos probar múltiples caminos a la vez. Hay momentos, incluso, en los que quizá necesitemos sacrificar nuestros propios ideales, esas pequeñas parcelas de pensamiento que consideramos que nos representan y definen, para aproximarnos a una posibilidad no contemplada, a un afluente quién sabe si benigno. El día exige que experimentemos, no que nos ciñamos a nuestra idea fija de día. Nada tolera que le corten las alas. Salir de uno mismo es posible. Escindirse. Dispersarse. Multiespejarse. Convertirse en la derivación cuántica de uno mismo. Claro que es posible.
Aunque quizá lo mejor para ti sea que estés calladito y en tu sitio.
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