IV

Un sorbo, y con eso bastará.
Desarmar el lienzo de tu mirada
- que se amarra al barranco de unos labios
para recoger cuanto caiga de ellos –
durante una sola noche, no más.
Y acaso, de sueño en sueño, hilvanar
un bordado bufón de ti. Por fin,
arderá el espectro de no tocarte.
Diezmando el lago con esperas, cuento
pestañas del calendario. Un martes
menos, otro de más. Te verterás
mañana en las costas de blancas sábanas
que alumbran deseos secos. Donde
se pierden los sorbos que no me das.
Un sorbo, quiero; una gota y
nada más.

No hay comentarios: