Lacra



“Al recibir tu primer regalo de cumpleaños, están naciendo tus expectativas. Al siguiente cumpleaños desearás otro regalo, y al siguiente un regalo superior al anterior. El año que no recibas lo que deseabas, te sentirás asombrosamente frustrado."

"Desde niños, desde siempre, nos hemos acostumbrado mucho a recibir… y bien poco a dar. He aquí el problema”.

Escuchando palabras como ésta de boca de un monje budista es fácil tener la sensación interior de que miles de gotas ya casi secas vuelven a florecer. Nunca es tarde para echar un vistazo atrás y decidir que, definitivamente, hemos hecho muchas cosas dignas de corrección.

Nuestro camino es una pugna constante por pulir las muchas impurezas que asoman y permanecen. Si estamos hechos de algo, es de errores y desventuras. El orgullo, la euforia, suelen ser pasajeros. Las equivocaciones van de la mano con nosotros hasta el fin.

Cuida tus acciones, cuida tus palabras, cuida tus pensamientos. Son éstas nociones básicas de la doctrica budista, con las cuales no me cabe duda de que todos estamos de acuerdo.

Pero mientras ellos dedican gran parte de su esfuerzo en abrillantar el corazón, aquí nos hemos acostumbrado a una cantinela bien distinta.

Cuida tus labios. Cuida tu aliento. Cuida el olor de tus axilas. Dúchate con sales minerales y aplícate cremas exfoliantes. Cuida tus camisas y tus zapatos. Cuida el aspecto de tu piel, escoge un perfume para cada noche y no olvides tus uñas. Ármate con la mejor de las televisiones, posee la más vasta de las neveras, conduce el mejor de los coches.

¿Qué importarán tu felicidad, tus sueños, tu auténtico yo, mientras gastes tu ridículo sueldo en lo que nosotros te dictemos?

Sé la peor fruta bajo la mejor de las pieles.