Time & Space Defragmentation 3

La taza y el ordenador están más próximos y por tanto brillan de nitidez, pero de ti sólo tengo un recipiente difuso, borrado por la misma espátula una y otra vez. Seguiría sin verte tal cual eres aunque enfocara mejor: sostienes entre tres dedos (ahora dos) un fino cilindro que humea por todo el tiempo que has decidido no dedicarte a ti misma. Por la ventana nunca se verá nada (ayer tampoco), pero insistes en dominarla, abandonarte al marco de silencio al que te arroja; cielo, ciudad, horizonte, un infinito en el que dormir la mirada. Cada día pareces reclamar un minuto semejante, esculturizándote sin saberlo, dejando que un arcoiris se derrita a lo largo de una fantástica autopista de partículas: el rojo de una sangre dócil en el filo de los dedos, el castaño de un roble anciano y húmedo derramándose desde las sienes a los hombros, y todavía una pulsera en la muñeca en la que circula un apéndice de amarillo, otro verde, violeta; siempre estridentes sobre una piel del norte. Sé que no percibirías lo mismo que yo si te miraras al espejo, y aun el objetivo de la cámara diluye, y aún el lápiz deforma; pero me he pasado buena parte de la vida intentando ajustar cuentas con la Belleza, frente a frente, y ahora…



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