Tan callado y tan parlanchín, tan lacónico y tan extrovertido, tan reflexivo y tan visceral, tan hermoso y tan deleznable, tan despierto y tan soñador, tan transparente y tan misterioso… ¿cómo eres realmente? ¿Por qué te empeñas en confundirme adoptando tan diversas formas, vertiéndote en tan distintos cuerpos a lo largo y ancho de mi universo externo? ¿Qué te ha hecho tan diferente a ti que, aun viendo y percibiendo lo mismo que yo, lo comprendes de una forma completamente distinta?
En un principio pensé en muchas más personas para este experimento, pero sólo han podido o querido contestar algunas. Doy de nuevo las gracias a quienes no han temido enfrentarse a este impertinente cuestionario. Ojalá las respuestas brindadas, comparadas con las del resto de participantes, den una pequeña muestra de esa extraña pluralidad que segrega y a la vez embellece al género humano.
Quizá todo haya sido una excusa para aproximarme un poco más a vuestro auténtico yo. Ya sabéis de mi pasión por violar fronteras. Sólo puedo daros las gracias por no desvirtuar vuestra honestidad. ¡Ojalá no lo hagáis nunca!
Dëagol (El uno por cien), Valkyrie (Los suspiros de la libélula), Ilitia (El relente del silencio), Pablo Llorente (Eyaculaciones), Aponia (Régimen hematofílico), Neu (El gran fuego central), Chus (La chustería), Mara (sacar al perro) y mis compañeros Vicente Perpiñà y Jaume Martínez-Carrasco son los responsables de esta patochada literaria. Para evitar sobrecargas, publicaremos los resultados de la encuesta por entregas, a razón de una pregunta por capítulo. Disfrutadla.
CAPÍTULO 1
“Mi psicoanalista es mi máquina de escribir” (Ernest Hemingway)
Tantos individuos sujetos a la tentación de agarrar un lápiz y un papel, tantos motivos inclasificables, tantos objetivos diferentes, tantas formas de entender el por qué del acto en sí mismo. Ya está bien de reservarnos el secreto para nosotros mismos. Mirémonos al espejo durante unos segundos y digamos en voz alta qué es lo que nos impulsa a transmutar nuestro coleto en palabra escrita.
Dëagol
Siempre me he sentido cómodo escribiendo, especialmente cuando he estado con la inspiración. De hecho, es la palabra escrita la forma de periodismo que me interesa desde hace años. Escribir, cuando te gusta lo que escribes (no en el fondo, sino en la forma), es algo que llena, o al menos es algo que a mí me llena.
Valkyrie
Me pregunto a mí misma por qué me gusta tanto escribir si ni siquiera soy capaz de seguir un hilo argumental y salirme de mi vida.
No necesito que me lo pregunten otros, porque yo sola no comprendo de forma racional este desorden artístico que me degrada a mera fanática de las letras ordenadas de forma que queden bonitas a la vista y al tacto.
Pero, cada vez que alguien dice sentir lo que sentía yo al escribir, cada vez que alguien dice sentirse mejor, indentificado, siente aprender.
Entonces sé cuál es mi motivo egoísta.
Y es que quiero que todos puedan ver el mundo que veo yo; porque es demasiado hermoso para que se lo quede una sola persona.
Ilitia
Escribo porque la realidad nos influye demasiado a determinadas personas. Nos vamos llenando de ella hasta tal punto en que no queda más remedio que esa copa desborde y nos ensuciemos con el cáliz. Por eso escribir es el modo más sencillo de transmitir (puesto que escribir sabemos todos), pero a la vez transmite de una forma más impura, muchas veces errando. Al contrario que con una canción o un cuadro.
Pablo
Por necesidad, pura necesidad; para contrarrestar el malestar o el pesar a causa de mi carácter pesimista.
Aponia
Me lo pide el cuerpo.
Neu
Escribo para no olvidar.
Chus
Escribo porque me gusta dármelas de entendido y sabelotodo para ligarme a alguna que otra incauta.
Mara
Muchas veces lo hago para ordenarme. No me refiero a organizarme, sino a darme órdenes. También lo hago para saber qué es lo que mi propia letra tiene que decirme.
Vicente
Escribo por odio a la humanidad, por hacer algo distinto a lo que ya hay.
Jaume
El impulso proviene desde mi propia infancia y jamás he querido pedirle razones. Todo cuanto puedo decir es que me siento mejor al escribir porque siento estar aproximándome a mi ideal de realización. Disfruto mucho haciéndolo, y disfruto mucho adjudicando tiempo y esfuerzo a la creación de un texto que traduzca en papel lo que yo quería transmitir. Por si fuera poco, es lo único que sé hacer bien.
En un principio pensé en muchas más personas para este experimento, pero sólo han podido o querido contestar algunas. Doy de nuevo las gracias a quienes no han temido enfrentarse a este impertinente cuestionario. Ojalá las respuestas brindadas, comparadas con las del resto de participantes, den una pequeña muestra de esa extraña pluralidad que segrega y a la vez embellece al género humano.
Quizá todo haya sido una excusa para aproximarme un poco más a vuestro auténtico yo. Ya sabéis de mi pasión por violar fronteras. Sólo puedo daros las gracias por no desvirtuar vuestra honestidad. ¡Ojalá no lo hagáis nunca!
Dëagol (El uno por cien), Valkyrie (Los suspiros de la libélula), Ilitia (El relente del silencio), Pablo Llorente (Eyaculaciones), Aponia (Régimen hematofílico), Neu (El gran fuego central), Chus (La chustería), Mara (sacar al perro) y mis compañeros Vicente Perpiñà y Jaume Martínez-Carrasco son los responsables de esta patochada literaria. Para evitar sobrecargas, publicaremos los resultados de la encuesta por entregas, a razón de una pregunta por capítulo. Disfrutadla.
CAPÍTULO 1
“Mi psicoanalista es mi máquina de escribir” (Ernest Hemingway)
Tantos individuos sujetos a la tentación de agarrar un lápiz y un papel, tantos motivos inclasificables, tantos objetivos diferentes, tantas formas de entender el por qué del acto en sí mismo. Ya está bien de reservarnos el secreto para nosotros mismos. Mirémonos al espejo durante unos segundos y digamos en voz alta qué es lo que nos impulsa a transmutar nuestro coleto en palabra escrita.
Dëagol
Siempre me he sentido cómodo escribiendo, especialmente cuando he estado con la inspiración. De hecho, es la palabra escrita la forma de periodismo que me interesa desde hace años. Escribir, cuando te gusta lo que escribes (no en el fondo, sino en la forma), es algo que llena, o al menos es algo que a mí me llena.
Valkyrie
Me pregunto a mí misma por qué me gusta tanto escribir si ni siquiera soy capaz de seguir un hilo argumental y salirme de mi vida.
No necesito que me lo pregunten otros, porque yo sola no comprendo de forma racional este desorden artístico que me degrada a mera fanática de las letras ordenadas de forma que queden bonitas a la vista y al tacto.
Pero, cada vez que alguien dice sentir lo que sentía yo al escribir, cada vez que alguien dice sentirse mejor, indentificado, siente aprender.
Entonces sé cuál es mi motivo egoísta.
Y es que quiero que todos puedan ver el mundo que veo yo; porque es demasiado hermoso para que se lo quede una sola persona.
Ilitia
Escribo porque la realidad nos influye demasiado a determinadas personas. Nos vamos llenando de ella hasta tal punto en que no queda más remedio que esa copa desborde y nos ensuciemos con el cáliz. Por eso escribir es el modo más sencillo de transmitir (puesto que escribir sabemos todos), pero a la vez transmite de una forma más impura, muchas veces errando. Al contrario que con una canción o un cuadro.
Pablo
Por necesidad, pura necesidad; para contrarrestar el malestar o el pesar a causa de mi carácter pesimista.
Aponia
Me lo pide el cuerpo.
Neu
Escribo para no olvidar.
Chus
Escribo porque me gusta dármelas de entendido y sabelotodo para ligarme a alguna que otra incauta.
Mara
Muchas veces lo hago para ordenarme. No me refiero a organizarme, sino a darme órdenes. También lo hago para saber qué es lo que mi propia letra tiene que decirme.
Vicente
Escribo por odio a la humanidad, por hacer algo distinto a lo que ya hay.
Jaume
El impulso proviene desde mi propia infancia y jamás he querido pedirle razones. Todo cuanto puedo decir es que me siento mejor al escribir porque siento estar aproximándome a mi ideal de realización. Disfruto mucho haciéndolo, y disfruto mucho adjudicando tiempo y esfuerzo a la creación de un texto que traduzca en papel lo que yo quería transmitir. Por si fuera poco, es lo único que sé hacer bien.
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