Sí, la vida va a continuar y además será extremadamente larga. Aunque tal vez no tendrás conciencia de esa longitud hasta que te llegue el momento. Sólo hay algo que puedas hacer: crear las suficientes vivencias y memorias como para que, en la hora de tu muerte -cuando las recuerdes una a una -,la cadena de imágenes sea eterna. De este modo podrías no marcharte nunca.
Recuerdo tu voluntad de escalar una montaña y hacer puenting. No la cumpliste. Tampoco aprendiste a tocar el piano. No viajaste a Tailandia ni viste la aurora boreal. No conquistaste un amor loco en la república checa ni comprobaste si eras capaz de resistir un trago largo de mezcal. ¿Qué fue del sueño de llegar a la luna? ¿Y de pisar Marte? No te decidiste con esos cursos de yoga, y te ausentaste de aquellas clases de interpretación porque creíste no estar a la altura. ¿Qué fue del niño que soñaba despierto?
La cantidad de cosas que tenemos al alcance de la mano es tremenda. Sólo pueden compararse con lo tremendo de la comodidad que supone renunciar a ellas.
Si no tuvieras derecho a ocupar tu lugar en el mundo ni siquiera habrías nacido. De modo que todo se resume en anclar bien esos pies en la tierra. Ser un contestatario. Puedes coger la tablilla en la que se inscribieron las leyes del universo y darle la vuelta. Ahórrate el deseo de reescribirlas: que se pongan a tus pies.
Para coger esta batuta y dirigir la orquesta no te pedirán currículums, masters, diplomas ni pollas en vinagre. Lo único que se requiere es proponérselo. Recuerda que todo cuanto deseas ya ha sido logrado - y superado - por alguno de tus predecesores en la historia. La palabra "imposible" está enterrada sin epitafio.
Aquel que ha dejado de soñar capituló hace mucho tiempo.
Recuerdo tu voluntad de escalar una montaña y hacer puenting. No la cumpliste. Tampoco aprendiste a tocar el piano. No viajaste a Tailandia ni viste la aurora boreal. No conquistaste un amor loco en la república checa ni comprobaste si eras capaz de resistir un trago largo de mezcal. ¿Qué fue del sueño de llegar a la luna? ¿Y de pisar Marte? No te decidiste con esos cursos de yoga, y te ausentaste de aquellas clases de interpretación porque creíste no estar a la altura. ¿Qué fue del niño que soñaba despierto?
La cantidad de cosas que tenemos al alcance de la mano es tremenda. Sólo pueden compararse con lo tremendo de la comodidad que supone renunciar a ellas.
Si no tuvieras derecho a ocupar tu lugar en el mundo ni siquiera habrías nacido. De modo que todo se resume en anclar bien esos pies en la tierra. Ser un contestatario. Puedes coger la tablilla en la que se inscribieron las leyes del universo y darle la vuelta. Ahórrate el deseo de reescribirlas: que se pongan a tus pies.
Para coger esta batuta y dirigir la orquesta no te pedirán currículums, masters, diplomas ni pollas en vinagre. Lo único que se requiere es proponérselo. Recuerda que todo cuanto deseas ya ha sido logrado - y superado - por alguno de tus predecesores en la historia. La palabra "imposible" está enterrada sin epitafio.
Aquel que ha dejado de soñar capituló hace mucho tiempo.
Aníbal cruzando los Alpes, William Turner (1812).
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