XVIII.


La prosa
Sigue su propio ritmo.

Cortázar adivinó un mundo
de ficciones sincopadas;
de peces dorados en el acuario
y músicos que no entienden el tiempo.

Henry Miller rasgó las partituras
del fallido sueño americano,
y sus líneas más hermosas sonaron
como el croar de mil ranas en la ciénaga.

Nosotros
buscamos un ritmo propio, también,
improvisando solos absurdos
frente al espejo,
divagando por una platea
de piedra, cemento y asfalto,
esquivando miradas en do mayor,
buscando un canon que cierre con destreza
ese punzante blanco entre escalas.

Nuestra pieza, siempre inconclusa,
trata de acatar órdenes
que nunca entiende.

No hay comentarios: