El muchacho se empeña en diseccionar el concepto de la creatividad una y otra vez. No estamos muy seguros de lo que persigue; debería ser la creatividad quien lo persiguiera a él. Quizá esté consintiendo que el concepto se burle de él, igual que cuanto poder le concede el bobo enamorado a la sílfide. La práctica, el aprendizaje y las conversaciones en torno al gran tema prosiguen. Mientas tanto el chico procura embotellar, en frascos cada vez más pequeños, esas lecciones aprendidas que ni siquiera son lecciones aprendidas. Son algo menor e incompleto; son amagos de lecciones, principios de instinto, ensoñaciones. Y considera que es mejor compartirlas -si acaso clamando auxilio: aún no tiene suficiente luz- que guardarlas en el atril, a merced de las telarañas. Así pues, y partiendo del principio de que en el arte nadie sabe nada, escribe:
* Las palabras deben servir para deshilachar la verdad, no para confundirla. El objetivo de todo escrito -ya sea ensayo, relato, confesión o poema- consiste en capturar lo que la mente del autor percibe como "auténtico"; traspasarla al terreno de las letras y presentarla en su máxima expresión de lucidez.
* La poética puede ser un arma de doble filo. No debe confundirse técnica con adorno. El uso exacerbado de estilística conduce al efectismo, lo que se traduce en peso, en maquillaje, en pátina. La belleza y la verdad se espantan con todo eso.
* El estilo personal no se inventa: se posee. Sentarse a escribir con la mente puesta en el estilo equivale a comprar una casa pensando en la fachada. Un estilo de escritura no es más que la libre manifestación de la Verdad que late en cada individuo, las irrepetibles muescas que distinguen a una persona de la otra. No sirve de nada forzar esa Verdad; hay que dejar que penetre, poco a poco y por su cuenta, en la atmósfera del texto.
* El futuro nunca te dará tantas satisfacciones como el presente. Es inevitable pensar en los halagos y el reconocimiento ajeno, pero nunca debería hacerse mientras se crea. Papel y mente están solos; todo elemento ajeno es una interferencia.
* Inspirarse en otros autores y en sus obras puede conformar un valioso punto de partida, especialmente como ejercicio práctico. Serán el tiempo y la experiencia quienes se encarguen de conferirte una voz propia.
* No permitas que nadie te diga a quién debes leer y a quién no. No consientas que los demás te impongan sus gustos, o que su esnobismo y su complicidad devalúen los tuyos. Nuevamente, la Verdad: dale las riendas a tu instinto.
* Una opinión ajena puede ser útil, pero no más que cuanto lo es la tuya propia. Los demás rara vez entienden lo que pretendías conseguir. Tú sí.
* Olvida todo lo anterior y haz lo que quieras.
1 comentario:
Dale riendas a tu instinto. Fábricate unas alas para volar al lugar donde los demás ni han imaginado poder llegar.
Y después: lo que quieras.
;->
Publicar un comentario