XII.



Lejana,
como lo es la claridad
a la noche, me miras.
Y aún tal letanía resiste
este indomable peso de amar.

Desde aquí, creo en tu estela,
como en el desierto los peces
apuestan al milagro del agua.

El alba que nace a lo lejos,
allá en el monte, es tu espalda.
Se alza para sólo contarme
cuan lejos cantas.
No soy yo quien por ti corre;
es esta promesa con que el tiempo
da voz a los sentidos,
para vencer mil terrenos,
para abrazar el sueño del agua.

1 comentario:

Casa de Los Cuentos dijo...

Hola Lars

Hoy he venido a invitarte con especial motivo para que me acompañes esta semana que dedico a la lectura de las letras Argentinas. Espero que lo que esté leyendo te guste tanto como a mí. Espero como siempre tu visita, tus opiniones y comentarios.

Saludos desde Mérida, Venezuela. Jabier.