Al-Andalus

Traspasar las fronteras de Andalucía -una vez que se empieza a caminar sobre el mosaico ocre-verdoso, salpicado de olivares- es parecido a abordar un velero muerto en un océano de niebla. El suelo está resbaladizo de sangre y grasa, como sucede siempre que se pretende remover una tumba de ancestros, un nido de fantasmas.

Es fácil imbuirse en la fauna local. La herencia musulmana afila las miradas y esculpe las fachadas de los edificios; por su parte, el sol no tiene rival en su territorio y dora la piel tanto como carga el acento local de un peso salivado. Hay callejones en Osuna en los que el tiempo dejó de existir hace mucho. Las ventanas se pierden en el abrazo de las telas de araña, el blanco de los muros luce arrugas en el rostro, los suelos de piedra protestan bajo los zapatos. Una vez, este panorama se creyó inmortal; loco de calor y de olvido, no termina de aceptar su derrota.

Llegamos a la casa que ocupó mi familia durante seis décadas. Varias generaciones de mi propia sangre se esconden ahí dentro. Estamos ante el umbral de un vientre en el que no tienen voz ni voto los destellos del sol. Mi novia me aprieta el brazo; está aterrada. Qué pretendes demostrar, me grita. En el interior, dada la oscuridad, sólo pueden intuirse los aullidos. Son como latigazos de voces, ecos que vuelan, ahora y siempre, condenados al estrecho territorio con que los muros de yeso enclaustran su agonía.

Vine a este nido de fantasmas para encontrarme a mí mismo, y lo hallé vacío. Igual que si un hombre sin ojos ni rostro tratara de verse reflejado en un charco. Las voces de mis ancestros se detienen un instante y se escabullen por los huecos de los ratones. Todo cuanto hubo se fue. Todo rastro se marchita al son de mis pasos. Luisa está agazapada en el vano de la puerta: "¿Qué estás buscando?". Y me doy cuenta de que, algún día, ella también será nada más que un eco, trémolo y asustado, en algún caserío abandonado.

2 comentarios:

Déägol dijo...

Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar (...)

Pura vida... un camino por recorrer ¿Dejaremos huella antes del final? Nunca lo sabremos.

Por cierto, que viva Andalucía, coño!

Casa de Los Cuentos dijo...

Hola Lars

En estos días vi por el rabillo del ojo esté título Al-Andalus y me dije ya voy para allá. Se me fue. Hoy lo volví a ver y ¡qué bueno que pasé! Me lo llevo íntegro y destaco:

Traspasar las fronteras de Andalucía -una vez que se empieza a caminar sobre el mosaico ocre-verdoso, salpicado de olivares- es parecido a abordar un velero muerto en un océano de niebla.

... y...

los suelos de piedra protestan bajo los zapatos

Saludos. Jabier.