Nunca abre completamente los labios al sonreír, y la expresión de su felicidad queda reducida al arco de una tímida curva rosada, a la semicúpula de dos mejillas que engordan como carnosos globos. Se coloca a línea de mar, erguida: su busto es ahora un faro vestido de oscuro y los yates surcan el puerto sin luz de guía. Él sostiene la cámara apenas con las puntas de los dedos, ahora gírate a la derecha, no me mires, tuerce la cabeza, experimenta con una figura que es a la vez modelo forzosa, objeto de deseo, tejido de sueño en tierra firme, puente entre el pasado y el futuro. Observa cómo se sirve de una mano para sostener el vermut -los cubitos de hielo arañando el frágil cristal de la copa, flotando en un mundo ambarino del que no hay salida posible-, y con la otra aproxima el cigarro a los labios. Hay un viento levantino que sólo existe para que puedan bailar las infinitas líneas castañas de su cabello; la falda de mechones movida por los divertidos dedos de la corriente.
Contempla, abstrae, suspira. La vida sabe a victoria; y si las circunstancias han colocado a uno y otro amante a kilómetros de distancia, entonces vale la pena dejar que los dedos ardan al zarandear ese tronco, hasta que el fruto caiga en las manos. Abre la boca, y el aire corre a refugiarse detrás de sus dientes. Levanta una pierna, y el mundo se dispone a seguir el ritmo de sus pasos. Un dedo índice cabalga por encima del otro. Los amantes construyen un mundo en el que un pequeño detalle tiene más valor que millones de palabras; una breve pero poderosa cadena de imágenes que arden en la memoria como arden los instantes que han de dar cuerpo y sentido a la existencia.
Contempla, abstrae, suspira. La vida sabe a victoria; y si las circunstancias han colocado a uno y otro amante a kilómetros de distancia, entonces vale la pena dejar que los dedos ardan al zarandear ese tronco, hasta que el fruto caiga en las manos. Abre la boca, y el aire corre a refugiarse detrás de sus dientes. Levanta una pierna, y el mundo se dispone a seguir el ritmo de sus pasos. Un dedo índice cabalga por encima del otro. Los amantes construyen un mundo en el que un pequeño detalle tiene más valor que millones de palabras; una breve pero poderosa cadena de imágenes que arden en la memoria como arden los instantes que han de dar cuerpo y sentido a la existencia.
2 comentarios:
cute picture! ;)
"Su busto es ahora un faro vestido de oscuro y los yates surcan el puerto sin luz de guía" no sé si has hecho esa metáfora conscientemente pero me encanta el resultado y gnosticismo romántico que encierra.
Los detalles siempre tuvieron más valor que cualquier otro factor que pueda densar el paisaje y el oxigeno, por lo menos para mí siempre lo tuvieron.
Posteriormente me hablabas de arder.. déjame decirte que ahí es cuando se manifiesta y vocea más de lo que podrían millones de palabras, ni la corriente levantina, ni la copa ambarina. Quizás tus dedos entrelazados en su pelo.
Bonitas motas encierra tu texto, incluso me parece haber podido estar allí ;)
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