Hay pozos sin fondo en el camino
y las ramas cercanas rasgan la piel;
luego de gritar a la luz auxilio
eres tú lo único en pie.
Porque son, el monstruo y su mirada
que no permite mirar atrás,
y vuela el tiempo mientras restas
de hielo ante el siguiente carnaval.
Pidió el viejo que te guiaras
por ese “corazón” sin forma,
aquella orilla muy muy lejana,
en la que ya Peter Pan enterrara
su duelo en un vientre reptante
Y te cantó las virtudes de la fe ciega,
y cómo corrían las botas de siete leguas.
Pero a Cenicienta le llegan las doce
y a Principito le crujió su rosa.
Sí. Esta vez, más que nunca,
se hace arduo ver lo invisible,
se torna frágil lo palpable.
Aún te veo amamantándote
con el agua que fluye por la luna
y el pan que sólo crece en sueños.
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